Argentina, una vez más, se mira en su espejo más despiadado: un cristal empañado
por el fracaso, la traición y la repetición de un guion que creíamos superado. Aquellos
que juraron dinamitar los vicios de la vieja casta, que blandieron la motosierra de la
moralidad como estandarte, han edificado, con manos torpes y un cinismo que
ofende, una nueva élite que no solo imita los errores del pasado, sino que los supera
en descaro.

El rugido libertario, que prometía un amanecer de transparencia en una democracia
asfixiada, se ha reducido a un eco roto. Los audios de Diego Spagnuolo, exjefe de la
Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), filtrados el 20 de agosto de 2025, han
destrozado la ilusión de la “nueva política” y expuesto un entramado de corrupción
que apesta a traición. Este no es solo un escándalo: es el epitafio de una esperanza
que Argentina no puede permitirse perder.

La confesión que desata el caos

En los pasillos de la ANDIS, Spagnuolo, destituido el 21 de agosto por el Decreto
599/2025, deambula como un náufrago en su propio naufragio. “No sé qué hacer”,
habría confesado a sus íntimos, atrapado en un dilema shakespeariano: ¿convertirse
en arrepentido y disparar contra los titanes del poder, o guardar un silencio cómplice
que proteja las ruinas de un gobierno que se desangra en contradicciones?
Las versiones que circulan, sugieren que Spagnuolo podría estar negociando su
verdad con la Justicia, prometiendo “decir todo” para salvarse. Sus palabras,
capturadas en audios que resuenan como granadas, no solo comprometen a figuras
clave, sino que amenazan con derribar el relato anticorrupción de Javier Milei. Cada
silencio suyo es un grito que retumba en una nación harta de promesas rotas.

Suizo Argentina: La Obscenidad de los Números

La Droguería Suizo Argentina, una empresa que apenas un año atrás facturaba 3.898
millones en contratos, escaló a 108.000 millones en un parpadeo, un salto que
desafía toda lógica y desnuda el truco detrás del telón.

El 22 de agosto, el juez Sebastián Casanello ordenó allanar las oficinas y domicilios
de los hermanos Emmanuel y Jonathan Kovalivker, dueños de la firma. En Nordelta,
Emmanuel fue interceptado mientras intentaba huir en su auto, con 266.000 dólares y
7 millones de pesos en sobres, junto a anotaciones que prometen contar lo que los
discursos ocultan.

La Justicia secuestró documentación contable, computadoras y agendas, incluyendo
registros de pagos por 10.828 millones de pesos a Suizo Argentina desde la ANDIS.

La corrupción, como siempre, no se improvisa: se planifica con precisión quirúrgica, se ejecuta con descaro y, al final, se derrumba bajo el peso de su propia codicia.

Audios, Sobornos y Nombres que Queman

Los audios filtrados, son una radiografía brutal de la podredumbre. Spagnuolo detalla
coimas con la frialdad de un contador: un 3% para Karina Milei, un 1% para una
“operación extraña” y un 8% mensual que oscila entre 500.000 y 800.000 dólares.
Nombres pesados desfilan como piezas marcadas en un tablero: Eduardo “Lule”
Menem, Martín Menem, cheques que viajan en las sombras. Casanello y el fiscal
Franco Picardi irrumpieron como un vendaval en Nordelta y la sede de la ANDIS,
llevándose celulares, computadoras y cajas fuertes.

El 27 de agosto, se descubrió que los mensajes clave en el celular de Spagnuolo
fueron borrados la semana pasada, aunque los técnicos judiciales trabajan para
recuperarlos. La política argentina tiene una constante: la mugre se guarda en cajas,
pero la verdad siempre encuentra una grieta por donde escapar.

Santiago Caputo: la guerra interna que lo devora

Dentro de La Libertad Avanza (LLA), la lucha es un incendio sin control. Santiago
Caputo, convencido de ser el arquitecto del poder, chocó contra el núcleo
impenetrable: Karina Milei, Lule y Martín Menem. La grieta se abrió al armar las listas
electorales, cuando “Las Fuerzas del Cielo”, lideradas por “El Gordo Dan”, fueron
relegadas.

Fuentes del gobierno señalan a Caputo como el cerebro detrás de la filtración de los
audios, un intento desesperado por debilitar a sus rivales. Hace meses, le advertí en
un tuit público: “Santiago, la sangre tira más que el agua”. Le dije que el presidente
siempre inclinaría la balanza hacia su hermana, que su guerra contra Karina y los
Menem terminaría mal.

No me creyó, cegado por su arrogancia, pensando que su influencia superaba los
lazos familiares. Hoy, su error es evidente. Los rumores de su exilio a Estados Unidos
junto a Derek Hampton, para refugiarse en su consultora, suenan como la huida de
un general derrotado que abandona un campo de batalla en ruinas.

La Carta que lo Enreda

El 26 de agosto, Javier Milei cometió un error de principiante que resonará en los
manuales de la política torpe: publicó en Instagram una carta de Suizo Argentina
defendiéndose de las acusaciones.

Mientras la Justicia recolecta pruebas -dinero en sobres, dispositivos electrónicos,
documentos comprometedores-, el presidente eligió alinearse con los sospechosos.
No es un acto de liderazgo, es un salto al vacío. ¿Qué jefe de Estado, en medio de un escándalo que sacude los cimientos de su gobierno, abraza la piedra que lo hunde?

La carta no solo expuso su impericia, sino que alimentó la percepción de un gobierno
dispuesto a proteger a los suyos, sin importar el costo para la credibilidad que tanto
pregonó.

La “Suelta de Manos” en un día de furia

En la caravana en Lomas de Zamora, el caos se apoderó de la escena. Militantes
kirchneristas atacaron con piedrazos la camioneta que trasladaba a Milei, su
hermana Karina y el candidato José Luis Espert, poniendo en grave riesgo a los
participantes.

La comitiva fue evacuada de urgencia, y Espert huyó en moto, en una imagen que
resume el descontrol. En medio de la tensión, un cronista logró preguntarle a Milei
sobre los audios de Spagnuolo.

Su respuesta fue una “suelta de manos” brutal: “Todo lo que dice es mentira. Lo
vamos a llevar a la Justicia y vamos a probar que mintió”. Con esas palabras, Milei
intentó desmarcarse de su exfuncionario y amigo personal, arrojándolo a los lobos
para salvar su narrativa.

Pero el gesto, pronunciado en un contexto de violencia y desorden, solo profundiza la
imagen de un gobierno acorralado, atrapado entre la lealtad a los suyos y la furia de
una sociedad que exige respuestas.

La gente: un clamor que retumba

Las encuestas de Management & Fit son un mazazo: el 94% conoce el caso, el 81%
exige explicaciones urgentes, el 59% cree que los audios son auténticos y un 60%
señala a Karina Milei y a los Menem como responsables, mientras un 26,8% apunta al gobierno entero.

Pero los números son solo la cáscara de una indignación que arde en las calles. Las
organizaciones de discapacidad, devastadas por la suspensión de 110.000 pensiones
durante la gestión de Spagnuolo, se plantan frente al Congreso con un grito que no
admite silencio.

No es una marcha más: es el rugido de los más vulnerables, recordándole al poder
que la corrupción no solo roba dinero, sino esperanzas, dignidad y vidas.

Justicia y dinero: un país al borde del colapso

La Justicia actuó con rapidez: Casanello, respaldado por el Banco Central, ordenó
congelar las cajas de seguridad de la ANDIS, Spagnuolo, Daniel Garbellini y los
Kovalivker. El organismo quedó bajo la intervención de Alejandro Vilches,
dependiente del Ministerio de Salud.

El Banco Central, mientras tanto, intenta contener la caída del Merval, la disparada
del dólar y el riesgo país, que se disparan ante la desconfianza generalizada.
El discurso de “orden y transparencia” se deshace como papel bajo la lluvia, mientras
la economía se tambalea. Y, como siempre, la factura no la pagan los culpables: la
pagan los argentinos de a pie, condenados a soportar las consecuencias de una élite
que juega con su futuro.

¿Qué sigue? Un futuro incierto

El caso Spagnuolo trasciende al exfuncionario. Si habla, como sugieren fuentes
cercanas, podría dinamitar el relato libertario de la lucha contra la corrupción. Si
calla, su silencio confirmará lo que todos sospechan: que la “nueva política” es un
espejismo, una repetición de los mismos trucos con nuevos rostros.
Los nuevos audios difundidos, revelan críticas de Spagnuolo a Karina Milei y al vocero

Manuel Adorni, además de detalles sobre “la repartija” en las compras de
medicamentos, lo que agrava la crisis.

La Justicia, mientras tanto, avanza: los mensajes borrados en el celular de Spagnuolo
son una pista clave, y la investigación se expande hacia posibles vínculos con otros
ministerios, como el de Capital Humano y la Cancillería.

Argentina está parada al borde del abismo de la desilusión. Lo que se prometió como
una revolución terminó en farsa. Lo que debía ser limpieza se escondió bajo la
alfombra. Y lo que se soñó como justicia hoy huele a pacto de encubrimiento.
¿Todo marcha acorde al plan? diría Caputo, desde su arrogancia derrotada. Si el plan
era sobrevivir en el barro, tal vez. Si era refundar la política, esto no es más que el
prólogo de un final anunciado.

Porque un país no puede soportar eternamente que lo engañen con los mismos
trucos. El clamor popular no es un susurro: es el rugido de una sociedad que ya no
aplaude promesas vacías ni espera milagros. Argentina exige lo que se le debe:
verdad, castigo y una política que, de una vez por todas, esté a la altura de las
circunstancias.