
El golpe es una respuesta al lanzamiento de cohetes contra una base que alojaba a tropas estadounidenses en Erbil, norte de Irak, el 15 de febrero.
El presidente Joe Biden ha ordenado un ataque aéreo esta madrugada en el este sirio. El objetivo han sido fuerzas chiítas patrocinadas por Irán. El golpe ha sido una respuesta al lanzamiento de cohetes contra una base que alojaba a tropas estadounidenses en Erbil, norte de Irak, el 15 de febrero pasado. Según el secretario de Defensa, Lloyd J. Austin III, el bombardeo, el primero que lanza Biden desde su investidura, fue «una respuesta militar proporcional».
Fuentes del Pentágono han asegurado a la cadena CNN que «al menos un puñado» de combatientes pro iraníes -habitualmente de origen afgano o pakistaní, en ocasiones iraquí- han muerto en el ataque, que «ha destruido múltiples instalaciones situadas en un puesto de control fronterizo» usado por grupos armados como Kait’ib Hizbulá o Kait’ib Sayyid Shuhada. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha elevado a 17 el número de víctimas mortales, pero EEUU no ofrece cifras concretas.
Lloyd Austin ha insistido en que la orden de Biden es una réplica del lanzado la semana pasada desde cerca de la frontera entre las provincias iraquíes de Erbil y Kirkuk, que mató a un contratista militar extranjero e hirió a nueve personas, entre ellas norteamericanos. Una milicia chiíta, llamada Awliya al Dam (Los Guardianes de la Sangre) reivindicó aquella acción, que Washington leyó como un intento de Teherán de presionarlos para colocar sus litigios en lo alto de la lista de prioridades.
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